El discurrir del apellido, pero siempre vuelve a empezar. |
Firma de José Gálvez |
Gálvez
Algunos tratadistas se remontan a lejanas épocas, indicando que los de este apellido proceden de un Caudillo de los tartesios, denominado Galvo, que luchó contra los cartagineses. Otros le hacen proceder del pretor romano y gobernador de la España Ulterior , Servio Galva, no faltan quienes señalan su arranque en el caballero llamado Galve, que se encontraba en la batalla dada por los infantes de Carrión, y en las que estos perecieron.
Antoñete Gálvez, lider del Cantón Murciano, en 1873 |
Por su parte, el historiador y académico Francisco Piferrer, en su “Nobiliario de los Reinos y Señoríos de España”, dice que “el muy noble linage de los Gálvez era ya muy conocido por su nobleza entre los godos, distinguiéndose entre los animosos guerreros de don Pelayo en las montañas de Asturias y después en la de Sobrarbe, entre los no menos valerosos del invicto Garci Jiménez”.
Se dice que en 1240 militaban en las huestes de San Fernando varios miembros de la casa Gálvez, originarios de un solar antiguo, situado a una legua de Guernica en Vizcaya, y que parte de ellos se desplazaron hacia el sur de España durante la Reconquista. Según una tradición familiar los Gálvez formaban parte de la descendencia de los López de Haro, señores de Vizcaya.
En el asedio a la plaza fuerte de Santaella, en Córdoba, se distinguieron varios individuos de este linaje al penetrar por un postigo de las murallas, lo que decidió la victoria cristiana sobre los moros.
Lo que antecede es fruto de una cierta pasión por dar raíces añejas al apellido, y con esta vetustez, cierta enjundia al linaje tratado.
Bernardo de Gálvez |
Más estamos con otros prestigiosos autores quienes juzgan que unas familias del apellido Gálvez son originarias del lugar del mismo nombre, en el reino de Navarra. Otros les hacen proceder de la villa de Gálvez, en el partido judicial de Navahermosa y provincia de Toledo.
De cualquier manera el apellido se encontraba extendido por diversas regiones de España a finales del siglo XIII, y que a partir de esa época comenzaron a florecer familias así denominadas en Aragón, ambas Castillas, Andalucía, Murcia y Extremadura. Así como en Méjico, Santo Domingo, Cuba y Guatemala, aparte de en Filipinas.
Bernardo de Gálvez y Madrid, I conde de Gálvez y vizconde de Galvestón (Macharaviaya, Málaga, 23 de julio de 1746 – Tacubaya, hoy en Ciudad de México, 30 de noviembre de 1786) fue un militar y político español, héroe de Pensacola e hijo de otro militar, Matías de Gálvez y Gallardo.
Uche
Es fácil creer que Uche es un apellido que hace referencia a Ikechukwu Uche, futbolista nigeriano o a su hermano, el también futbolista Kalu Uche. O pensarse que es un pueblo de Angola, incluso se puede relacionar con Rusia, donde también existen personas con este apellido.
Lo cierto es que se tiene noticias del mismo en Aragón en el siglo XVIII. Y el apellido no es tan raro en nuestra geografía cuando también los de Ucha, Ucho y Uchea o Utxea, habiéndose perdido la “a” en este último.
Con cierta dosis de desconfianza escribimos la opinión de un jesuita (historiador aficionado a la genealogía) quien opina que el apellido se asentó en Aragón después de una purga a los Cátaros en el País Vasco Francés entre los años 1242 y 1244, y en su nuevo asentamiento cambiaron su apellido tomando como referencia una torre fortaleza a la que se conocía como Utxea en la zona del País Vasco desde la que se desplazaron, adoptaron el apellido Uche para no ser reconocidos.
Una española, Itziar Uche Calmarza. |
Y continuando con las hipótesis de este jesuita un viajero visitó Nigeria e implanto este nombre a los nativos. En Nigeria aparece por primera vez Uche como nombre propio y son los descendientes del que así se llamaba los que toman como apellido el nombre de su antepasado. Pero lo cierto es que también en Méjico se da como nombre propio, siendo llevado hoy por una notable pintora: Uche Viramontes.
Pero a principios del siglo XVII los Uche estaban afincados en Patzcuaro y Chilchota, en Michocan. Y en el siglo XVIII se encuentran en La Puebla de Albortón, en Zaragoza.
Así me quedo, al abandonaros. |
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